miércoles, 15 de enero de 2014

La Tradición







Los recuerdos, aunque tan solo sea algo que te contaron cuando eras niña, son los que forman la persona que se es de mayor.
Casi siempre son agradables, cosas que aún no vividas, te son tan reales como los propios recuerdos.
Hice una pequeña recopilación de fotografías entre las que encontré en casa de mis padres. Todas me sugirieron algo. Todas tenían su historia. Todas me trajeron a la mente a mis padres, mi niñez, las dulces y frías tardes de chocolate caliente y suizos. Mi madre ante aquella mesa camilla con su gran caja de fotos( no cabía ni una más en los álbumes) explicándonos, a mis hermanos y a mi, quién era quién. Qué hizo quién. Era como si la tradición familiar se nos transmitiera oralmente.
En ocasiones, se detenía por un momento, acariciaba una foto como si, con su caricia, pudiese dar calor y vida a aquellos seres que nos miraban en blanco y negro. Disimulaba una lágrima con aquél pañuelo de encaje que guardaba siempre en su manga, dejando asomar la puntilla por la bocamanga.
Mi padre, cuando eso ocurría, se acercaba y le ponía una mano en el hombro. Tan solo eso servía para que mi madre diera un respingo en su ensoñación y continuara contándonos más historias.
Añoro aquellos días con la añoranza de quién, ahora, es la que cuenta historias. Los medios son distintos; un ordenador, una tablet... Pero las historias, las mismas añadiendo las mías propias. Entre todas se convierten en las nuestras. Bisabuelos, abuelos, padres, hermanos...La tradición continúa, le enseñanza, el consejo, los valores, la experiencia. El ser.
No puedo evitar emocionarme, como lo hacía mi madre, cada vez que veo este vídeo, en el que recopilé alguna de aquellas fotos de familia, y añoro aquellos días fríos de chocolate caliente y suizos, el olor a canela y vainilla que desprendía mi madre porque había hecho natillas.
Luego me fijo en mis hijos, atentos, aprendiendo su vida y la mía, la que será si Dios quiere y me digo...¡Que suerte he tenido!